martes, 4 de julio de 2017

La muerte más viva.


Cómo morir bien...si bien no has vivido.

El arte de Honrar lo vivo es un proceso total de principio a fin. Vivir la muerte es por eso también tramo ineludible de un Camino Consciente. Vivirla... y que no te beba vivo ni te viva ausente.

Pero no es fácil hacer algo de lo que siempre has huido o te han hecho temer. Justamente lo negado nutre aquello que evitamos. Mirar hacia otro lado nos hace desconocer este. Hacerse el despistado no nos Despierta. Nos resta.

Si exploramos más de cerca...curiosos... existencia y morir son siempre un no saber. Podemos perder atención y ganar pavor o aventurarnos a recorrer lo oculto desde la Luz, elAmor y lo aprendido... Y-luz-mimar las sombras.

La experiencia de la muerte es también renacimiento inverso...viva vuelta a la Unidad primigenia... salto sin red hacia el secreto sostén de lo Trascendente. Vuelo final que es inicio.

Así del caos primero ante la muerte, con su maleta de miedos y pasos de pánico, podemos llegar a lo realmente relevante: la estación Fuente que se dibuja al fondo como círculo de Vida eterno, superando la simple existencia, para ver lo que no se ve y hace que todo se vea. Es muy lógico el miedo inicial humano; pero quedarse sólo ahí sería renunciar a una de nuestras mitades. Y no hay vuelo Más Allá para un ave con su ala herida.

Tras transitar la Magia de la Aceptación, el buscador descubre como intuición fresca que no es solo lo que siente y toca y sufre y se mueve... y muere. Descubre el salto que no es final. Se vive sintiente seguido. Mañana sin fin. Baile continuo de aire en círculos suaves de eternidad Madre.

Intuir el Más Allá y hacerlo precisamente desde más acá es un regalo para vivos que prepara al moribundo que seremos. Preguntarnos sin miedo sobre ese Gran Miedo que es el morir nos alcanza cierta liberación, ágil y secreta, que hace más liviana la inevitable segura partida de estas tres dimensiones... tan frágiles. Prisión escuela de Aire. Privilegio. Veneno.

Pero a quién le llevaron de la mano a acompañar el último suspiro de su ser más querido...a quién no le ocultaron la partida de padres, hermanos, abuelos, mascotas, extraños o vecinos. Quién fue dulcemente instruido sobre la muerte.
Aquí siempre se nos sustrae de lo central. Como si fuéramos bobos ausentes que se mienten a sí mismos.

No hay aulas de muerte ni escuelas de Aprender a soltar. Nadie nos enseña a conjugar el adiós a lo Amado. Nos evitan las lágrimas de lo cierto y así asesinan nuestra capacidad de dejar ir sin peso. Somos inmensas pinzas voraces que atrapan y no liberan. Piezas que olvidan soltar. Y ¡ qué curioso ¡ no hacemos otra cosa con cada respiración o latido. Absurdo.

El fin de la Vida es transitar la existencia y la muerte para regresar después al seno original. La casa donde los pájaros que somos vuelan ya sin la limitación liberadora de cuerpo y mente.

Y a veces una serena Sonrisa última nos abre al seductor Misterio donde descubrimos que no hay aliento final sino sencilla invitación a seguir. Vivimos entonces que el miedo es sólo un velo inacabado que oculta la verdad y tal vez....que nuestra mística misión mágica sea explorar ese desnudo del alma.

Descubrir que al fondo del fondo late lo infinito.

Más Allá, Más Allá, mucho Más Allá.